Otro boulevard, otros sueños rotos.

-No....boludo, quiero que lo entiendas para que no sufras más. Te levantás todos los días a las 5 de la matina. Desayunás solo sin que tu mujer o tus hijos se den cuenta. Colectivo, tren, colectivo. Una hora y media viajando como un cerdo y estás en la fábrica. ¿Me seguís, Aldo?. Laburás como un burro con la espada de la productividad encima durante 8 horas. Colectivo, tren, colectivo y estás en tu casa hecho mierda con suerte cerca de las 5 de la tarde. Te bañás, unos mates y ya te espera enseguida la cena. A las 10 estás durmiendo. Y así, se te va la vida. De las 24 horas.....¿cuántas son tuyas?  Pero tuyas, tuyas ¿eh? Digo, para hacer lo que te gusta a vos.-
El que decía todo esto sentado en el barcito del boulevard era el gordo Silva. Un  jodido que estuvo preso por alguna cosa pesada y ahora era el tipo al que recurrían los vecinos del barrio cuando necesitaban un préstamo.
Del otro lado, escuchando cabizbajo, Aldo,  un operario industrial que necesitaba unos pesos prestados para terminar unos arreglos en la casa. Un buen muchacho, callado, un poco tímido pero honesto y trabajador. Pero estaba ahogado.
Si algo tenía el gordo Silva es que tenía una labia fluída y un poder de convencer hasta las piedras y la gente ahogada como Aldo era materia prima en abundancia. Siguió con la parrafada y no tuvo muchos inconvenientes en torcer  su voluntad. -Quedate tranquilo. Es una pavada. Yo te doy el caño y mi hermano te marca al tipo a la salida del banco. Vos lo apretás, le sacás el maletín con la guita y me lo traés. Me devolvés el arma y yo te doy el 30%. Calculo que no saca menos de cien mil, asi que andá pensando que terminás la casa y te queda para alguna chuchería.
La semana de Aldo fue complicada. La charla con el gordo Silva le había abierto los ojos sobre la inutilidad de su esfuerzo diario y su escaso futuro pero no estaba seguro de dar el paso. Le dió vueltas y más vueltas al asunto pero la angustia le invadía el pecho. Cerró los ojos, se prometió por sus hijos hacer ese trabajito y dejar. - Uno solo, termino la casita y seguimos para adelante-decía frente al espejo.  La noticia recorrió los noticieros una y otra vez. La inseguridad es un tema recurrente en la TV. Esta vez un hombre se defendió de un robo a la salida del banco y mató al ladrón, un joven sin antecedentes que iba armado. Aldo no ameritaba más que unas horas en las noticias y así como llegó a los medios, se fue.
-No....boludo, quiero que lo entiendas para que no sufras más. Te levantás todos los días a las 5. Desayunás solo, sin que tu mujer o tus hijos se den cuenta. Colectivo, tren, colectivo. Una hora y media viajando como un cerdo y estás en la fábrica. ¿Me seguís, Juan Carlos?. Laburás como un burro con la espada de la productividad encima durante 8 horas. Colectivo, tren, colectivo y estás en tu casa hecho mierda con suerte cerca de las 5 de la tarde. Te bañás, unos mates y ya te espera enseguida la cena. A las 10 estás durmiendo. Y así, se te va la vida. De las 24 horas.......¿cuántas son tuyas?  Pero tuyas, tuyas ¿eh? Digo, para hacer lo que te gusta a vos.-

Imagen: El boulevard de los sueños rotos. Gottfried Helnwein.( Inspirado en un cuadro de Edward Hopper)