Aquel día cuando el hijo de puta de Fernández, el gerente de Administración, su jefe, le tocó el culo al pasar fue el que marcó para siempre su vida. Mabel, separada y con un hijo que alimentar porque la alimaña de su ex-marido despareció una noche, necesitaba ese trabajo como el aire que respiraba. Ella lo tenía claro, tan claro como Fernández, su asqueroso jefe. El problema es que el tipo era la estrella de la empresa, yerno del dueño, un manipulador eficiente que se había convertido en intocable. Estaba en una encrucijada. O se jugaba como una mujer plena por sus derechos y mandaba a la parrilla a su jefe corriendo el riesgo de perder su trabajo o aguantaba mientras pensaba en un plan alternativo. La impotencia y el miedo pudieron más y se las aguantó.
Esto derivó en que los acosos se volvieran más frecuentes y más osados. Su asco fue en aumento al igual que su sufrimiento que solo atemperaba un poco los viernes a la tarde pero se hacía insostenible los domingos al anochecer cuando se acercaba, inexorable, el regreso al trabajo. Uno de esos domingos, uno más, tomó la decisión. Y si algo tenía Mabel era la absoluta determinacióm de cumplir con sus decisiones.
A esta altura del relato todos se preguntarán sobre cuál era la determinación de Mabel. Comprendo la ansiedad, respiro y les cuento. Mabel había decidido fingir aceptar las propuestas de Fernández, dejar que la llevara a un hotel y antes de que el infeliz lograra su cometido, cortarle el miembro. Así de terminante. Su hijo hallaría refugio con sus atribulados padres y algún día sabría la verdad. Y la perdonaría. Siempre me pregunto cómo los seres humanos llegan a esas determinaciones tan drásticas, pero cuando escucho a mi vecino por enésima vez armar una batahola de madrugada creo que tengo allanado el camino a esa respuesta. Vuelvo al relato.
Mabel pudo ver el brillo de satisfacción en los ojos de Fernández cuando finalmente aceptó. Se le revolvió el estómago pero se contuvo pensando en el afilado cuchillo que tenía en la cartera. Llegados a la habitación del hotel, para tomar coraje se instaló en el baño un buen rato para encomendarse a vaya a saber a quién se encomiendan los ateos. Se desnudó y escondió el cuchillo en un toallón. Fernández la esperaba con su anatomía al aire sentado en la cama. Antes de que pudiera decir algo, el tipo comenzó a despacharse entre sollozos sobre su estigma. Ella, asombrada, escuchó todo el relato. El relato de su impotencia. Tanto hablaron los dos, abrazados y llorando que les dio hambre. Fernández sacó de su portafolios un salame, Mabel su cuchillo.
yo, el doscientos, te digo, buenisimo. Voy a comprar pan y vuelvo.
ResponderEliminarAmigazo 200!!! Con pan siempre es mejor. Un abrazo.
EliminarEs mejor cortarlo a 45º, Mabel.
ResponderEliminar(Y el salame cortalo como quieras).
Abrazo, Dany.
Si, vi un documental sobre el corte a 45 grados....de salames, claro. Aunque pensándolo bien Fernández es un salame. Abrazo Rob!
Eliminar"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... Ayyy Dios!!!"
ResponderEliminarMe estoy riendo, porque es tan absurda la vida!!!
Excelente, papá cuervín!!!
Besos para vos y la Pandada!
P/D: Cuando puedas, andá a mi blog. El texto es para vos. El blog de Ramiro me inspiró esa historia. Con toda humildad, eh?
Abrazo fortinero!
Gracias como siempre Bee. Voy a hacer la gran HD: "pido disculpas si ando atrasado en los comentarios a blogs amigos". jajaj
EliminarYa voyyyyyyyy.
Un beso!
si le digo: comportamiento típico de impotente el del yerno del dueño, me va a decir claro, con el diario del lunes es fácil acertar....
ResponderEliminarbesos
Si si......pero lo del salame no se lo esperaba.....o también salió en las noticias?
Eliminarjaja Un beso.
Es un buen final para lo terriblemente mundana que es la historia. Lo único que me dispara una pregunta es ¿qué pensaba hacer Fernandez con el salame si realmente Mabel le daba calce? Déje, déje, que para irme para el lado de los tomates, me voy solo...
ResponderEliminarJajjaj.....se llevó toda la plantación de tomates....jajaj. Muy bueno, Etienne!
ResponderEliminarAbrazo,
Excelente trama, Dany, sinceramente; y me gustó la resolución a algo que, en suposición, iba por el peor camino.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
HD
Igual no sabemos como terminó. Quizá el hambre de Mabel.....era de venganza.
EliminarAbrazo!
Cuando vi el título pensé que era de Ramiro! :-) ¡Buenísimo! Ahora cuando Mabel comenzó a cortarlo en fetas al salame, él no le dijo: "Pero que te creés? que mi culo es una alcancía?" Abrazo!
ResponderEliminarPuedo hacer una entrada con ese título en el otro blog....jajaj. Te la dejé picando para el chiste viejo!!
Eliminarabrazo!
AAAAAAAAAAhhhh!!!!!
ResponderEliminarJuaaaaaa Juaaaaa Juaaaaa!!!!!
En verdad no me esperaba semejante remate DANY!!!!
¡¡BUENÍSIMOOOO!!!
jajajajajajajajajaj
P.D.:Es increíble,pero estas historias que parecen ficción al leerlas,son parte de muchas tristísimas realidades... ¬¬
BESOS SUELTOS ;-)
Así es. Y todas las realidades que todavía no llegaron a ficción!
EliminarUn beso Gabu!
muy bueno, dany.
ResponderEliminarabrazo
Gracias f. Le debo unas mil visitas.....
EliminarAbrazo!
Genial! Ahí sí que es para cortársela. Ahora arreglame esto, corazón!!!!!! pppfff
ResponderEliminarEs que desde Lorena Bobbit ya nada es lo que era, ni en la ficción. Del apellido ni rastros.
Sabe a qué me hizo acordar este relato? A "Sin sangre" de Aslessandro Baricco. También una venganza pero sin sangre, también termina en una habitación de hotel. Léalo cuando Ramiro lo deje. Imperdible, por Anagrama.
Saludos van, Dany
El de Seda? Un beso Sandra!
ResponderEliminarsí, el mismo autor pero en Seda tiene un tono diferente, delicado como un haiku. Sin sangre (nouvelle o novela corta) es un relato crudo, cruel, un cross a la mandíbula, pero el final es para morirse en cuotas. Y conociendo tus finales a vos te podría llegar a gustar.
EliminarListo. Lo agendo para cuando tenga un par de horas....jajaj. Gracias!
EliminarSiiiiiiiiii. Tenés razón, tiene una trama con cierta similitud.
EliminarLeela, Dany. Te va a gustar mucho.
¡Qué se iba a imaginar Mabelita que el chori venía con piolín! Me morí de risa =)
ResponderEliminarY hay que sacarle la pielcita.
EliminarUn beso!
Antes de que se vaya a la miércoles mi comentario, te decía que además de reirme con tu historia, la risa fue doble, ya que el jefe de administración y finanzas de donde trabajo se llama igual!!!
ResponderEliminarMe lo imaginé todo el tiempo, jajaj
Además también es garca, tiene un séquito de empleados obsecuentes, con secretaria amante y cuando puede le tira los galgos a alguna de las chicas que se tiene que aguantar sus aires de galancete!!!
Como verás le tengo todo el respeto no?
Muy bueno lo suyo como siempre ;)
Besos!!!
Pero SU Fernández es más personaje que el mio! jaja
EliminarUn beso Axis!
Solamente un salame puede meter un salame en un portafolio.
ResponderEliminarGran final como siempre.
Abrazo!
Me lleva a tiempos remotos cuando trabajaba en el centro de 8 a 18 y luego cursaba la facultad de 18 a 24. Mi madre me ponía unos pedazos de matambre o milanesas en el maletín para que vaya picando hasta que llegara a casa a eso de la una de la matina. En esa época 1974 a 1980 había requisas en la entrada ( y otras cosas). El aroma a matambre creo que encandilaba a la mayoria. Uhh me fui al carajo. Un abrazo!
EliminarNo voy a caer en la grosería de preguntar si el salame era picado fino o picado grueso.
ResponderEliminarNo.
Una es una señora, che.
Pero te confieso que me quedo con la duda.
No voy a resolverte la duda. Uno es un caballero,che.
EliminarUn beso!
Jajajja! Igual no daba para consolarlo, sigue siendo un hdp, impotente pero acosador al fin. Yo que Mabel lo asustaba un poquito jajajaj!
ResponderEliminarun abrazo
Ud. sabe como empiezan esas cosas de "asustar un poco".......
EliminarUn beso Any!
Jajajajajaja. Se hubiera comido el salame y después se lo cortaba.
ResponderEliminarAl fin y al cabo no sirve para nada!!
No. Un salame importante. Un beso Cin!
EliminarQue buen final para tan buén relato.
ResponderEliminarSaludos
Gracias y bienvenida Pilar!
EliminarMuy bueno. Excelente. Un remate inesperado aun sabiendo que la cosa no iba a terminar como se perfilaba. Gran relato contando con habilidad. Lo felicito por la idea y la ejecución.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Yoni. Viniendo de ud. me hace sentir como galleta en mate cocido. Un abrazo!
ResponderEliminarSiempre queda algo fuera de cálculo...
ResponderEliminarMuy muy bueno! =)
Abrazo azulgrana, lleno de fe!
Es verdad y menos mal que así es. Un beso!
EliminarNo hay mal que por bien no venga, decían.
ResponderEliminarUn saludo Dany.
Se acaba la espera...
Así decían.......no se si está vigente jaj.
EliminarAbrazo!
Inesperado final Dany! Al final, creo que yo tengo razón cuando digo que casi nada es lo que parece! besosss =) PD como se lleva la espera? ya no falta nada!!!! que ansiedad! (yo como por vos para acompañarte en el sentimiento) ;)
ResponderEliminarCasi nada es lo que parece.....aplicable a las personas....
EliminarLa espera en estos momentos es complicada. Por más que intente desviar el tema con diversas ocupaciones, es omnipresente. Un beso!
me hiciste reirrrrrrrrrrrrrrrrrrr! ajaaja
ResponderEliminarbuenísimo!
Gracias! Un relato en el que no muere nadie!
EliminarUn beso!
Largá ese cuchillo Mabel!!!!! No ves que el tipo es un salame!!!!
ResponderEliminarJa!!!!! Me encantó
Beso
Perfecta definición. De ahora en más ella puede ser la acosadora y dar vuelta la sartén. Un beso!
EliminarEstá bien!!! El tipo no pudo con su impotencia, pero Mabel con su instinto de madre. Hasta con un turro de estos nos pasa. Qué va ser. Pareciera que ud nos entiende bastante bien. Así somos.
ResponderEliminarAl final Mabel cortó el salame y Fernandez conservó lo poco que tenía... ud. se me está haciendo adicto a los finales felices; esto ya es preocupante...
ResponderEliminaro sea, por un lado o por otro uno se va sorprendido de este blog. Qué bueno que no decaiga!
Besos!
Y RAMIRO??? POR DIOS YA CUENTA!
ResponderEliminarsin parar de reirme, le mando mi aplauso por este final! final abierto, si pienso en ketchup como otro condimento, ja ja.
ResponderEliminarbeso, Troesma.