Se miró al espejo sin aprobarse y decidió cambiarse una vez más. Esa ropa lo hacía más viejo y para el encuentro de esa noche necesitaba mostrarse joven y radiante. Cuando el gordo Romero lo llamó y le dijo que el viernes se encontrarían con los compañeros del secundario no se entusiasmó en demasía, pero cuando le dijo que Graciela estaba en Buenos Aires y con seguridad asistiría a la reunión, le explotaron uno a uno todos sus recuerdos. Estuvo una semana entera con las emociones desbordadas. Hacía quince años que no sabía nada de Graciela. El recuerdo de aquellos momentos cuando cursaban el último año del secundario le fue pasando como una película en su mente. Todo empezó en un recreo cualquiera cuando ella estaba sola sentada en un banco y de cara al sol. Pese a que la conocía desde que empezaron jamás había reparado en ella. Lo cautivó. Lo enamoró. Luminosa, se estiraba como desesperezándose resaltando sus pechos. Ese gesto luego se repetiría en muchas mañanas. Ahí fue cuando se desató su pasión y comenzó su ilusión. Fue un año entero el que vivió en un ensueño total. Un sueño que tenía promesas de una vida entera de amor. El placer de la relación era inimaginable. Pero al terminar el curso la familia de Graciela decidió radicarse en Canadá. Y como si nunca hubiera existido, Graciela desapareció de su vida. Durante quince años anduvo perdido, preguntándose el porqué, añorándola, deseándola y llorando su ausencia. Volvió a verse en el espejo. -Ahora sí- se dijo. Podía ir esa noche con la seguridad de que Graciela se daría cuenta de lo que se había perdido todos estos años. La volvería a conquistar.
Llegó tarde a sabiendas de que sería mirado por todos y especialmente por Graciela. Se paralizó cuando la vio. La misma belleza, el mismo gesto que recordaba de aquellos años, intacto. Pero se frustró cuando al saludarla ella prácticamente lo ignoró. Tuvo que sentarse un poco lejos y la buscaba frenéticamente con la mirada. Nada. Durante algunos minutos estuvo pensativo y de golpe se paró, extrajo el arma y le disparó justo en el preciso momento en que el gordo Romero se cruzaba por delante. El gordo, ante el horror de todos, cayó fulminado sobre la mesa.
Él no habló durante el juicio. Graciela declaró que siempre le había parecido un tipo raro, de esos que siempre miran. Tampoco habló durante todos los años que pasó en la cárcel. Nadie supo por qué mató a su mejor amigo. Graciela volvió a Canadá a proseguir su vida y prontó olvidó el asunto... aunque algunas veces cuando se desesperezaba por la mañana tenía una rara sensación.
De a poco....queriendo volver.
ResponderEliminarbien amigo, asi que se fue. Su texto me recuerda la reflexioón del gran filosofo riojano que dijo en su apotegma: "nadie muere en la vispera, no es nesario", gracias amigo, lo sigo y se que probablemente, me vaya a defraudar, pero soy como palermo, un optimista del blog. chau, suerte que volvió.
ResponderEliminarEvidentemente, por una mujer somos capaces de matar a nuestro mejor amigo. Aunque esa mujer ni siquiera nos registre..
ResponderEliminarSaludos al "invasor" y a su mami...
Se ve que era realmente gordo, porque no tuvo tiempo de esquivarlo... Es que J. Mc Avoy no le enseñó a curvar las balas!
ResponderEliminarUn comentario, sus personajes son bastante impulsivos, ¿no sería más sencillo invitarla a tomar un café y preguntarle por su vida en Canadá? No claaaaaaaro, así no habría ni historias ni blog, ya sé...
Abrazos y feliz día del niño para usted y para Ramiro!
Cuando alguien no te registra de arranque difícilmente lo haga de salida!!!
ResponderEliminarP.D.:Aferrarse a lo que no es,también tiene su precio,lástima que muchas veces lo paguen quienes nada tienen que ver en el asunto...
BESITOS DE LUNES FIAQUERO (?) :/
DANY,acabo de conocer a tu pollito en lo de ATO y una vez más TE SÚPER FELICITO!!!!
ResponderEliminarEs un bombonazo ese baby!!!
Disfrutá y retené en tu memoria cada instante porque lamentablemente crecen esos piojitos dulces...
MÁS BESOP
Una historia desafortunada. De esas que suceden a menudo en nuestra relidad cotidiana.
ResponderEliminarbuen relato!
Eso es justamente lo que se dice "estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado...", pero era EL DÍA del gordo, así que de cualquier manera se hubiese atragantado con un carozo de aceituna...
ResponderEliminarBeso
Se nota que vive de rentas la mina, es decir, alquila las tetas...:-) Pero entre nos, acá hay "gato encerrado", si quiere se lo analizo al texto...
ResponderEliminarEl problema de los gordos es, que casi siempre, ocupan más de loa debido. La suerte de las guapas, que siempre hay quien le haga pantalla. Y él, un poco raro si era...
ResponderEliminarUn saludo.
raro el tipo. y dejó el gato encerrado. si,señor!
ResponderEliminarpara volver, se trajo la fanfarria de las letras , usté.
me voy a conocer a Ramiro.
aplauso por todo, vea. hasta por san lorenzo, mire lo que le digo!
(y sí, ahí le dejé comentarios. puede leerlos cuando tenga que velar algun des sueño de Ramiro. o no leerlos, vaya)
Y no podía hacer otra cosa. Explicar que fue el destino, que no tuvo la intención de matar a su mejor amigo, sino a ella, hubiera sido inverosímil. Y cómo cargar con semejante culpa. Bien el silencio, entonces. Saludos.
ResponderEliminarSigo pensando en esto: que la vida no vuelva a cruzar a los que se encargó de alejar en un momento, llámese compañeros de secundario, de trabajo y siguen las firmas... De lo contrario, no queda otra que meter bala. Señor juez, pido mi absolución.
ResponderEliminarSaludos van, Dany. Se agradece el post con un muertito incluido.
Pero qué oscuro, che.
ResponderEliminarA mí la indiferencia de Graciela también me hubiese puesto de la nuca. Será por eso que no voy armado.
ResponderEliminarAbrazo, Dany.
Muy bien, Dany, ¡volvimos con todo, eh! Un muertito (perdón por el diminutivo) tenía que haber.
ResponderEliminarMe gustó que la mina, aunque sea, algo sintiera cuando realizara el gesto, tampoco era de piedra.
Un abrazo.
HD
ajajajajaaaaaaaaa, ahora entiendo perfectamente porq me dijo que había vuelto!!!!bienvendio al ruedo entonces
ResponderEliminarbesos
Porque lo mató al Gordo che? (a ud le digo, no al personaje). Hubiera matado al mozo, al de la mesa de al lado ... no se.
ResponderEliminarSu stock de chiflados-asesinos es inagotable!
un abrazo
Era absolutamente necesario que volvieras con un muerto.
ResponderEliminarTe digo que hay tipos que son capaces de cualquier cosa con tal de llamar la atención. Cuando andes con más tiempo, te cuento. :)
¡Pero que se joda el gordo ese por buchón! ¿Para qué le quemó la cabeza con Grace (porque ahora debe ser Grace), si la mina seguro lo había olvidado a él, y (especialmente) sus desperezos?
ResponderEliminarNo hay caso, no hay que ir a las reuniones de egresados...
Saludos de Tecontaretodo!
Ay, qué funesto!
ResponderEliminarMoraleja: no vayas a las fiestas de reencuentro con tu pasado.
ResponderEliminarYa sabemos, después de "La maquina del tiempo" o toda la saga de "Volver al futuro", "Terminator", etc..., que, si vas al pasado y lo querés modificar, lo mejor que puede ocurrir es algo funesto.
besos
ella
bienvenido el cuervito... va a poder cantar, sin mentir...
... yo soy cuervo desde que estaba en la cunaaa...
un abrazo
él
Relato corto y efectivo ;)
ResponderEliminarMe ha pasado alguna vez estar del lado de él, desando sin ser notada, pero con el tiempo como todo lo platónico, el sentimiento se esfumó.
ResponderEliminarPor suerte en el mientras tanto no maté a nadie...
Jodido matar sin querer a tu mejor amigo. Y todo por desperdiciar unas balas en una tan Graciela.
ResponderEliminarTipo raro, pero callado.
Y claro.
Un beso Dany.
¡Yo me reencontré, este año, con una ex compañera de secundario que no veía hace quince años! ¡En esa época ella me gustaba mucho y actualmente estamos cogiendo! En mi caso, el final fue feliz.
ResponderEliminarRespecto a la mujer de Putifar (podemos decirle Putifa, para identificarla), no, en la Biblia no hay descripción física; ¡pero en mi blog publiqué la foto! ¿No la viste? ¡Tan mal no estaba! Yo le doy.
¡Abrazo y gracias por pasar!
Siempre es un gusto leerte.
Y felicitaciones por el nuevo compañerito de vida.