Lucía siempre le decía a sus amigas: -Me gustaría ser una mosquita para ver que hace mi marido en la oficina-. Tremendamente celosa, su mente retorcida solo le producía angustia tras angustia. Revisaba obsesivamente todo lo que a Carlos, su marido, concernía. Bolsillos, agenda, celular, correo electrónico, papeles. Cualquier duda o sospecha la transformaba y pasaba de ser una mujer de sonrisa franca a un monstruo temible. Las escenas eran recurrentes pero Carlos siempre tenía una explicación adecuada para cada ataque paranoico de Lucía. Tanto celo la llevó a una acción más decidida. Se propuso seguirlo. Una día que él le envió un mensaje a su celular para avisarle que salía más tarde de la oficina ella se atrincheró en las cercanías. Cuando lo vio salir antes de horario su corazón se le aceleró y la ira nubló su mente. Tanto se nubló que un auto la atropelló en un descuido por seguirlo de cerca.
Lucía no podía dar crédito a lo que veía. Y lo que veía era mucho. En todas direcciones porque en esos momento ella era una mosquita. Su deseo se veía cumplido a pesar de su asco. Estaba sentada, es decir posada sobre un escritorio. El escritorio de Carlos. Y lo veía trabajar intensamente. Lloró, o al menos tuvo esa emoción. Tan injustamente lo había tratado siempre, con esos celos dementes. Siguió mirando en todas direcciones analizando a todos los compañeros de trabajo mientras su marido escribía en su computadora. Tenía la foto de Lucía en el portaretratos.- Cuanto lo amaba-, suspiró, si es que las moscas suspiran. No podía dar crédito a su estupidez. Años dedicados a los celos y su propia muerte como conclusión de una enfermedad que le fue carcomiendo la realidad. Siempre con esa necesidad de controlarlo en todo momento. -Pobre Carlos, como le arruiné la vida.- pensó. Ahora, reencarnada en mosca, lo que siempre quiso se le otorgaba. Poder ver a Carlos en la oficina y trabajando esforzadamente. Un pobre premio consuelo que le permitía algo de paz a su tortura. Vio a una mujer joven acercarse al escritorio. Su marido le dedicó una amplia sonrisa. Fue lo último que vió ya que el portatretratos la aplastó. -Mosquitas de mierda-dijo Carlos mirando a la mujer.-¿Vamos al telo hoy , linda?.
Gostei de vir aqui. Voltarei mais vezes. Pois gostei do seu site. Diferente, mas interessante, sem cair no chão batido dos blogs comuns. Hiper abraço,
ResponderEliminarJoão Ludugero.
Se puder e quiser, dê uma passada lá no meu blog. Se gostar ou não, se quiser me "persiga".
Saúde e alegrias, hoje e sempre.
Bienvenido Joao. Meu blog ...melhor blog do mundo.
ResponderEliminarLo malo de Lucía es que siendo mosca no pidó reencarnarse en el conserje del telo...
ResponderEliminarBuen relato y abrazo con sentimiento a promoción.
Una mosquita muerta la mina al final! jajaja!
ResponderEliminarAhora sos internacional! Qué grosso blogger sos, puedo comentarte igual? juaaaaaaaaaaaa!
Che, todo lo del 12 se borró pero pasó el 13... viernes... viernes 13... ponele... la verdad es que tuve un día acorde, eh?
Abrazo, buen finde
Ufff duriiiisimo... me gusto mucho! Un beso grande!
ResponderEliminarCuando leí "Me gustaría ser mosquita", lo vi!Mosquita muerta!!! Y así fue, la mosca que jode detrás de la oreja tiene los días contados. Muy bueno, Dany!!!
ResponderEliminarpor eso Dany, hasta ahora jamás le revisé los bolsillos, ni la agenda, ni el cel, dejame de complicaciones
ResponderEliminary aunq dije hasta ahora, es lo que pienso seguir haciendo, el dia que me tiente hacerlo es pq estoy segura que algo pasa, ahi la cosa será distinta
besos
Qué injusta que es la vida. Yo no tengo celos, y sin embargo mi mujer me ha partido más de un objeto contundente en la cabeza.
ResponderEliminarMuy bueno lo suyo.
Un saludo.
Jajaja! Paradojas de la vida.
ResponderEliminarSi hubiese aguantado un poco más descubría la verdad !
Muy bueno Dany !
Un beso o 2 ***
bien, dany...!!!
ResponderEliminarme gustó...!!!
Esa bendita intuición femenina y ese dejarse atropellar en el momento justo antes de ver la verdad. Buen relato.
ResponderEliminarHola Dany...jajaja hay que tener verdadera mala suerte, no?
ResponderEliminarBueno, mi psicóloga diría que cada uno tiene lo que genera. Y tiene razón.
Salvo mi estatura, de lo demás me hago cargo.
Abrazo...te dije gracias?
No veo correo tuyo, de manera que otra vez por acá GRACIAS!
AAAAH que jevi, despiadado el relato! yo siempre pensé que donde hay sospechas, es porque es muy probable que algo pase. Obvio que las minas somos paranoicas, pero a veces esas cosas de alguna forma se huelen....
ResponderEliminarSaludos!
Lindo tema. ¿Hay una forma distinta de celar de los hombres a las de las mujeres?. Por lo que comentan pareciera que si.
ResponderEliminarq gasto de energias,pero es real q si alguna vez intuyo o sospecho o me imagino qlago anda mal, antes q ser mosca, agarrola tarjeta y la lapido, despeus me voy jajaja conla musica para otro lado,,..
ResponderEliminarLo peor es q conozco muchas personas q les gustaria er mosquitas, mosquitos aranñitas, solo para ver q hace el otro. buen cuento, si si..
¡¡¡Obvio que las mujeres y los hombres celamos distinto!!!
ResponderEliminarUna canción folklórica (creo que peruana) dice: Para que todos sepan a quien tu perteneces, con sangre de mis venas te marcaré la frente. Los tipos son más de "marcar territorio" (si pueden, te hacen pis). Las mujeres somos más teatrales.
Pero tanto femeninos como masculinos, los celos son un asco, tanto para el que los tiene como para el celado.
Ah, muy buena la historia de la mosquita muerta (perdón que le afane la frase a Pablo, pero me encantó)
ResponderEliminarSi, Malena. Hablamos de un celo de posesión o territorial. Lo del pis es antológico jaja.
ResponderEliminarEn la escalera de la reencarnación, supongo, pasar a ser mosca es descender. Aunque los hombres comamos mierda en muchas ocasiones también. Por lo celos, seguro. Lo que no sé es ¿qué acaba siendo una mosca celosa? Y ¿Por qué una mosca?
ResponderEliminarUn saludo.
jajajaaj
ResponderEliminarme encantó!
ojo con lo que deseamos, no?
La moraleja está clarísima. Quien monta regularmente en cólera, vuelve convertido en mosca de agua estancada.
ResponderEliminarCada vez que maten una mosca piensen en aquellos que alguna vez sospecharon de ustedes. Gracias por comentar.
ResponderEliminarALELUYA! ALELUYA! Por fin pude ingresar para seguir el blog! FUCKIN BLOGGER una y mil veces!
ResponderEliminarBien, despuès de este desahogo cibernètico, vamos al grano:
Estoy partida de la risa con este post! Hilarante, surrealista y absolutamente divertido.
Humor agudo e irónico, como me suele apetecer! Genial amigo cuervo!
Le envía un saludo, una "velezana" aún golpeada por el 3-2 frente a Lanús... Merde! Si ya sè que no es muy femenino, pero que se le va a hacer, soy mujer, escritora y me gusta el fútbol. Combo fatal! :)
Em, creo que es algo muy habitual, los mas perseguidos siempre son los mas cornudos!
ResponderEliminarSaludos don
Un texto con aire kafkiano y final bien porteño, Dany... una extraña e interesante unión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Humberto.
PD: Parece que hay reunión el viernes, ¿sabías?
Con telo de por medio siempre hay final feliz.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo, maestro.
Bienvenida Bee. Soy pluralista a pesar de la sana envidia actual. Un beso.
ResponderEliminarSir Lothar: algunos tienen finales felices....
Ud. amigo mío escribe cada día mejor! Impresionante. Ché, fuera de joda, vos fuiste al algún taller literario o sos un "nato"?
ResponderEliminarGracias Ato! Al taller solo llevo el auto. Soy un auto didacta.
ResponderEliminarmi madre me enseñó que el que busca donde no debe, encuentra lo que no quiere.
ResponderEliminarusté es un grosso.
y los celos, bueh...!
dejo un beso
Yo he reencarnado alguna vez en gusanito pero en mosca ¡jamás! usté me difama U_U
ResponderEliminar¡salú!
Lucía