Un asesinato por encargo más y dejaba. La edad y sobre todo esa vida
tan alejada de la normalidad estaban haciendo mella en su cabeza. Como
siempre recibió un sobre y dentro, la habitual fotografía de la víctima,
esta vez una mujer de unos sesenta años que seguramente en su juventud
habría hecho estragos con su belleza y esos ojos desafiantes. Lo
diferente era que en lugar de una locación precisa al dorso tenía
coordenadas y unas palabras escritas con letra temblorosa, "no caer en
la telaraña". Cargó el GPS, un bolso con ropa para unos días, efectivo
suficiente para no dejar rastros y el arma. Colocó un par de compactos
con música de los Beatles. Se sabía todas los temas de memoria y los
canturreaba desafinadamente. Luego de varias horas de manejar por rutas
desiertas bajo un sol implacable se acercó al lugar indicado. En el GPS
no figuraba nada a excepción de la ruta, pero él veía claramente una
estación de servicio y algunas construcciones más, entre ellas una
especie de hotel viejo y pequeño. Bajó del auto y observando a su
alrededor notó algo que lo inquietó. El lugar no parecía haberse quedado
en el tiempo, decididamente parecía que él estaba en otro tiempo.
Publicidades, peinados, ropa, autos y actitudes lo remontaban a fines de
la década del sesenta. Tuvo un mal presentimiento. Entró al hotel. La
misma sensación. Un tipo de su edad en la recepción, un par de
ventiladores viejos echándole aire caliente. Lo registró de mala gana.
En un sofá, una chica de unos veinte años leía ensimismada una revista
Radiolandia. Al instante sus ojos se encontraron con los de ella. Esa
mirada parecía una súplica. Decididamente algo no andaba bien. Debería
terminar con el encargo y salir de ese lugar de mierda. Era tarde y
estaba cansado. Pasó de largo la cena y se fue a la habitación. Se
desplomó en la cama. De madrugada se despertó sobresaltado. Escuchaba
sordamente "Guitarra vas a llorar", uno de sus temas preferidos. La
música se acercaba a sus oídos. De pronto, ella, la joven del sofá junto
a una vieja radio portátil invadieron su habitación. Con la rapidez de
una pantera se desvistió y se metió entre sus sábanas. Recordó el
mensaje que hablaba de la telaraña pero al fin y al cabo ese cuerpo
fresco e inquieto le ganó la pulseada a la razón. Era la primera vez que
le sucedía. Cogió como nunca. Se dejó llevar, durante el día
recuperaría la cordura, pensó. Así como llegó, en un par de movimientos,
ella y su radio se fueron. Durmió, exhausto, un par de horas más. Bajó,
desayunó pausadamente mientras el tipo de la recepción regañaba a la
chica que imperturbable seguía tirada en el viejo sofá absorta en sus
lecturas de fotonovelas. Todo muy bizarro. Demasiado. Se incorporó y fue
directamente hacia el dueño. Con cuidado le mostró la foto, debía
comenzar con su encargo. Percibió una mueca de espanto en él cuando la
vio pero al instante se recompuso y negó reconocer a la mujer. Mala
señal.
Durante un par de días que se hicieron muy largos no pudo
avanzar nada. Y por las noches, la misma escena. Ella, la radio y el
sexo frenético. Se sentía tan pleno como confundido. Una noche la joven
se sinceró. Le habló de su padre, el viejo de la recepción. Le contó del
abuso a la que la sometía desde que su madre murió. Le rogó que se la
llevara de ese pueblo fantasma.
Se estaba complicando ya que no veía cómo cumplir
el encargo y por otra parte ella lo
estaba volviendo loco. Loco de deseo. Al día siguiente decidió
complacerla. Previamente le pegó un par de balazos al padre abusador y
se la llevó con él. Ya vería cómo manejaba el tema del trabajo
incumplido. Salieron velozmente del pueblo. Se sentía seguro y animado
con la aventura. Nuevamente sonaban los Beatles.
Paró en una
estación a reponer combustible, mear y comprar algo para que ambos comieran.
Cuando volvió y se sentó al volante se le heló la sangre. La chica había
envejecido. Reconoció en ella a la mujer de la foto. También se
recordó a sí mismo escribiendo tembloroso algo sobre una telaraña. Y esa
voz gruesa, inconfundible. - "Dale imbécil, arrancá de una vez. No
vamos a llegar nunca a casa si seguís pelotudeando en cada parada. Y
sacá a esos Beatles de mierda de una vez, me tienen seca."
Bueno.....si.....es un refrito. No quiero que se olviden que aparte de cambiar pañales soy un ser humano. Gracias!
ResponderEliminarLo recuerdo, Dany, pero lo releeo como si fueras un clásico, un Poe, un Cheever, un Fitzerald. Y vuelvo a disfrutarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
PD: borrá el humdib@hotmail no corre más, mandame las actualizaciones a humbertodib@hotmail.com
Coincido con el Lord! Este es uno de mis relatos favoritos! Brava la Mujer Araña, eh?
ResponderEliminarMe supo a un misterioso RoadMovie.
Ok! Basta de lisonjas! Vaya a atender al Gato!
Me cache!!! :-)
Besos fortineros, Dany querido!
Menos mal que lo confesaste. Me estaba agarrando un especie de "Soy un Alpha, puedo leerle la mente a Dany" ¡Cagué! :-)Acá te dejo un par de botellas Cocinero. Algunos refritos tuyos son mejores que los originales de otros. Poneme el de los griegos. Abrazo!
ResponderEliminarCoincido con A. Torrante. Este refrito supera más de un original que se deja leer por ahí.
ResponderEliminarAdemás esa voz femenina del final no tiene desperdicio. Es un melabajaporcompleto !
Seguí buceando en el blog archive, Dany. Saludos van
Para mi no es refrito alguno ya que no conozco tu obra completa.
ResponderEliminarSolo dos palabras: Ex celente!
Coincido con la generalidad de los comentarios, incluso el tuyo. Es un texto clásico que aún después de leido y releido, deja un ruido inquietante, una cosa pavorosa que persigue y atormenta en sueños. Y eso de los pañales, complican mucho los tiempos...
ResponderEliminarAbrazos!
Es bastante... extraño... uhm, no encuentro la palabra que quiero utilizar... corcho...
ResponderEliminarDe todas maneras, es interesante.
El final genial. realmente lo que me he podido reír. No me lo esperaba jajajaja.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Un saludo.
Mire, m'hijito, es el único lugar donde los recalentados me siguen sabiendo a manjar.
ResponderEliminarJajaja. ¡Justamente te iba a preguntar eso: si era un refrito! Porque está muy bueno, Dany, y quería saber si era nuevo.
ResponderEliminarBueno, yo lo acabo de leer por primera vez, así que para mí es nuevo.
Me encantó.
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