Sábado. Un tibio sol invernal se colaba por las ventanas de su casa donde dormía plácidamente abrazado a su mujer. Unos golpes en la puerta lo despertaron. Se vistió apurado, estaba preocupado ya que su descanso era sagrado. Debía ser importante. Tuvo una breve conversación con dos ceremoniosos funcionarios que demostraban tenerle un exagerado respeto y admiración. Al cabo de unos minutos los hombres se retiraron.
Henri se quedó un rato en sus invernaderos embelesado por las rosas a la que les dedicaba gran parte de su tiempo libre. Tuvo tiempo también para jugar un rato con sus perros y dsifrutar del sol . Preparó el desayuno para compartirlo con su mujer en la habitación. Entre caricias y besos le contó de su nuevo encargo. Debía ser cumplido de inmediato ya que la situación cerca de Versalles se estaba desbordando. Rosalie, su mujer, asintió con sumisión. Sabía de la importancia del cargo de su esposo ya que su padre también tuvo ese honor. Eso le permitía beneficios y consideración pública que de otro modo nunca hubiera tenido. Aceptaba mansamente las reglas del juego y además sacaba provecho de su situación acomodada. Henri se vistió con la tradicional camisa blanca, corbata negra y sombrero de copa. Era un empleado público puntilloso y detallista en su aspecto. Era inmensamente feliz al lado de su familia como así también un agradecido a la vida por su trabajo. Al fin y al cabo representaba al Estado. Besó tiernamente a su hija Marcelle que aún dormía y se prometió a que en cuanto volviese todos irían a un hermoso paseo en bicicleta por el campo. Se fue silbando una melodía hasta la estación de tren. Alli lo esperaban sus ayudantes y la Viuda.
En la estación la gente se había agolpado para recibirlo. Las muestras de efusividad y respeto eran comunes en todos los pueblos que visitaba. Era considerado como un héroe nacional. El mejor y más hábil en su trabajo. Se dirigió con sus ayudantes a la plaza preparada para la ocasión y supervisó cada uno de los detalles. No dejaba nada librado al azar. En más de doscientos encargos había tenido un solo inconveniente que solucionó con presteza. En ese espacio era el dueño de la situación aunque no sacara ventajas personales, se consideraba un simple empleado público al servicio de su país.
Un hombre desafiante fue conducido a la plaza y depositado en manos de sus ayudantes. Estos cumplieron eficientemente su trabajo. En veintinueve segundos exactos Henri y la Viuda entraron en acción.
La cabeza del hombre cayó limpiamente cortada en un balde. Luego el balde y el cuerpo sangrante fueron arrojados en una cesta. La multitud enardecida festejó la ejecución. Henri, desprovisto de emoción alguna, anotó en su décimo cuaderno de notas desde que había heredado de su padre el cargo de Verdugo en Jefe de la República: "25 de febrero de 1922, encargo número 254. El reo mostró valentía y no hubo resistencia. Landrú el asesino ya no asolará más a Francia. La guillotina funcionó perfectamente y se logró un corte perfecto en 29 segundos" Cerró el cuaderno, ya ansiaba ese paseo en bicicleta con su hermosa familia.
*La Viuda se denominaba en Francia a la guillotina portable que era propiedad de los verdugos oficiales.
El último condenado a morir en la guillotina fue en el año 1977. Hasta 1939 las ejecuciones fueron públicas.
Henri Anatole Deibler existió realmente y el relato es una figuración de un día en su vida. Uno más de sus
cincuenta años como Verdugo en Jefe de la República de Francia.donde efectuó casi 400 ejecuciones incluída la del famoso asesino Landrú, en 1922. Gracias Horacio por acercarme información.
Increíble historia que desconocía en absoluto. Y más por el hecho que las ejecuciones con guillotina hayan durado hasta casi ayer.
ResponderEliminarGuau! No imaginé este relato en tu blog por lo cual me iba sorprendiendo no solo por ello, sino por la historia y la figuración de un día de alguien que hace de la muerte un trabajo.
ResponderEliminarDe la misma manera que a vos me sorprendió que la practica se hubiera dejado de realizar en 1977-
Interesante y con tu estilo.
Abrazo grande
PD: Entre nos. gracias por preguntar, todo sigue como debe ser. Gracias otra vez, por que tu gesto acompaña
Me acordé de 2 pelis: El Verdugo de Berlanga pero por sobre todo Pierrepoint El Verdugo. Ésta última es muuuy buena sobre todo por tratar el tema de una forma muy humana y el dilema moral que le plantea semejante oficio (la primera también trata de lo mismo) sólo que con el tema de la horca.
ResponderEliminar"Aureliano y la Viudita" con carteles con Tristán de protagonista... ya lo veo, qué genial! juaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Abrazo
Hasta la muerte con toda su ferocidad puede convertirse en una rutina. Faltaba que se fuera a cenar por ahí después. EXCELENTE DANY!! El dato 1977 es muy escalofriante.
ResponderEliminarTremendo oficio che. Me impactó que luego como si nada se fuese a dar un paseo en bicicleta! Ok ok y ok, lo sé; era su trabajo.
ResponderEliminarUn beso o 2 *
Estos son los castigos ejemplares de la sociedad... pero no creas que ahora es mejor eh? Estas ejecuciones no se dan en nuestra sociedad, que indudablemente nos castiga de otras formas que duran más de 29 segundos...
ResponderEliminarMe ha encantado como lo has contado!!
Un verdadero gusto de lectura!!
Abrazo!!
Muy bueno.
ResponderEliminarAhora entiendo por qué nuestros funcionarios públicos nos hacen lo que hacen: tradición. Deben lamentar que hayan retirado a la Viuda.
También me recuerda que E.E.U.U. hizo que colgaran a Saddam un 1º de enero, mientras todos estábamos con resaca y deseos frescos para el año que comenzaba.
Un abrazo, Dany.
Excelente "pequeña historia de la vida cotidiana" contada magistralmente. Mis felicitaciones, caballero.
ResponderEliminarBesos
a mi tembién me impresionó el hasta casi ayer. mucho.
ResponderEliminarsu relató me enfrió la sangre. esa ternura del desayuno y la bicicleta, barajo!
lo único bueno es que esos verdugos estaban a la vista, no? bah, no me haga caso! con este sol!
un beso
Tanta felicidad inicial ya era sospechosa. Muy buen relato. ¿realmente no tendría remordimientos? ¿existen personas con tan pocos escrúpulos en la vida real?... desgraciadamente sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato perfecto, Dany. Redondito.
ResponderEliminarY escalofriante.
Sobre todo porque la pena de muerte sigue vigente en varios países del mundo, entre los que están China y Estados Unidos.
Los muchachos se aggiornaron, eso si. Ya no usan guillotina. Utilizan formas más "humanas" de matar.
Hola Dany... No comento mucho... pero te leo todo. Me gusta. Me parece que era necesario decirlo. Besos :)
ResponderEliminarmier...ya estoy salpicda con sangre entre su posteo y el de Pablo
ResponderEliminarimprevisto, muy bueno
besos
Muy buen texto, Dany, cuando los relatos tienen aroma a historia me enganchan mucho.
ResponderEliminarCoincido con alguien que dijo que esto no es tan lejano, está a la vuelta del almanaque.
Un gran abrazo.
Humberto.
Me gusto la figuracion de un dia en la vida de Henri, su trabajo era visto como cualquiera tanto por el como por su familia...mensajes que nos da la historia, hermosamente relatado!
ResponderEliminarGuillotin era el nombre del doctor que invento el aparato (que hasta antes de eso era un "poco" doloroso el proceso je je) y la verdad que cuando le pusieron su nombre al mismo este se abochorno tanto que acabo cambiandose de nombre...En fin para unos un orgullo de trabajo para otros una verguenza de invencion...la vida, las personas...menudos humanos no?
besos, me gusta como escribes.
Sorprendente post Dany. Bueno es hacer memoria de vez en cuando. Y como enseñas, el ser humano, se acostumbra a todo, o casi. Ahora, cierran fronteras, para qué mueran en su país, sin tener que usar la viuda.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo me lo imagino usando a la Viuda para hacerse unos sandwichitos de bondiola y queso...
ResponderEliminarIgual un poroto comparado con el genocidio de los oficiales y soldados polacos en los bosques de Katyn, por los sovieticos: "Vasili Blojin, el verdugo en jefe del NKVD, ejecutó personalmente a 6.000 prisioneros en 28 días. El 1 de mayo fue el único día de descanso para los carniceros.
Les paso el link.
http://www.elmundo.es/especiales/2009/09/internacional/segunda_guerra_mundial/atrocidades/katyn.html
Impresionante.
ResponderEliminarNunca podré estar de acuerdo con la pena de muerte. Menos con que sea un espectáculo público. ¿1977? No puedo creer.
Eso no quiere decir que no me crea capaz de desfigurar hasta la muerte a quien pueda hacerle daño a mi hija, pongale. Pero la pena de muerte como práctica ejemplificadora, no me cierra.
Carita de enajenado que tenía Henri, no?
Que bien contado. Me encontré atrapadisima de comienzo a fin. La historia excelente, como la contaste, como la enfocaste... me gusto mucho. El blog esta muy bueno, muy organizado! Aparte con corazón azulgrana. Un abrazo! Te sigo.
ResponderEliminarSon pocas las personas que logran una disociación emocional tan grande que pueden asesinar a una persona y a los pocos minutos seguir haciendo su vida cotidiana como nada. La mayoría puede hacerlo porque no se sienten responsables, ya que consideran que cumplen órdenes. Es terrible a lo que puede llegar el ser humano. ¿Obediencia debida le dicen?
ResponderEliminarSe supone que Monsieur Guillotin creyó en aliviar el sufrimiento de los condenados...que el verdugo sea público olvida la máscara favorecedora del anonimato característica del Medioevo...en Utah (USA) la pena era por fusilamiento y los hombres del escuadrón usaban todos balas de verdad menos uno que era de fogueo pero nadie sabía en que arma estaba (ver "La canción del verdugo" de Norman Mailer....)
ResponderEliminarAtte/
Creo que la costumbre es el mayor sedante que existe. La gente se acostumbra a todo, incluso a esos trabajos tan desagradables. Es increíble, pero sucede siempre.
ResponderEliminarMuy bueno lo suyo.
Un saludo.
Buenísimo Dany. Gran historia. Consistente. Un abrazo!
ResponderEliminar(siento el retraso, pensé que ya había pasado por su casa...).
ResponderEliminarQué sorpresa, no pensé que hasta 1939 (gracias a la 2ª G.M. -qué ironía-), se ejecutaran públicamente en la guillotina a los condenados en Francia y aún menos que hasta 1977, fuera condenado el último reo a morir en el patíbulo? impresiona conocer esta información; los franceses con su igualdad, fraternidad y libertad... dando ejemplo de civilización.
Él solo era un funcionario del Estado, que hacía su labor, para eso le pagaban. Los funcionarios de prisiones tampoco lo pasaran muy bien y sin embargo, deben desempeñar su función y responsabilidad.
Está muy bien escrito; aprendiendo de los mejores Dany, como por ejemplo de este relato.
un abrazo.
Sabía sabía.. sabía lo de la Viuda/Guillotina
ResponderEliminarPensar que cosas asi eran moneda corriente, pensar que en realidad hoy somos de seda al lado de lo que años antes se consideraba "normal" y hoy serian barbaridades no admitidas.
"Vamos a ver la ejecución a la plaza" Como quien se entera que tocan Las Pelotas gratis un sabado a las 7 de la tarde en la Plaza.
Un locura, otros tiempos, otras costumnbres ó malas costumbres.-
Besos Dany!
no se porque siempre me impresiono eso de cortar la cabeza de la gente. besito
ResponderEliminarHola Dany,
ResponderEliminarNos gustaría publicar este post en Oblogo (www.oblogo.com). Si te interesa, escribime a vanesa@oblogo.com
Saludos!